Es necesario comprender en que etapa de desarrollo están nuestros hijos, cómo piensan y sienten, para entonces descifrar qué genera las dificultades, y crear estrategias para resolverlas.
Entre los 0 y los 6 meses, el llanto prolongado representaría un problema en el que habríamos de considerar, entre otras cosas; la presencia de hambre, sed, dolor, calor, frío, pañal mojado,
enfermedad, miedo, o que requiera muestras de cariño. Por lo que vamos atendiendo y descartando estas posibilidades sin perder la calma, hasta localizar y satisfacer la necesidad del
infante.
De los 6 a los 12 meses, dormir sin interrupciones puede ser un reto en que debamos contemplar factores como el hambre, la sed, dolor dental, incomodidad (frío, calor o suciedad en el pañal), alguna enfermedad, miedo a separarse de sus padres, la necesidad de un abrazo, y su proceso de organización cerebral; para entonces abordarlos sin olvidar que no buscan molestar, esto nos permitirá mantener la calma al resolver dicha dificultad.
En el 1er y 2do año de vida, el menor llega a poner con frecuencia en riesgo su integridad mientras explora, esto debido a su falta de experiencia con el peligro, su dificultad por comprender las advertencias, y su confianza en el ambiente; es relevante explicar y reiterar, las veces necesarias, en qué situaciones y cómo debe tomar precauciones.
De los 2 a los 3 años pueden aparecer temores y rabietas, como negarse a ir a dormir, en cuyo caso es favorable estar en calma para analizar los motivos e intervenir; considerar que la
imaginación puede hacerles creer en la existencia de monstruos, fantasmas, o pensar que la oscuridad es peligrosa; requieren contención y orientación para distinguir la realidad de la ficción,
así como para enfrentar sus miedos de manera adaptativa.
Entre los 3 y 5 años de vida llegan a destrozar objetos por curiosidad, vale la pena respirar y contemplar qué los llevo a hacerlo; posiblemente el anhelo de saber cómo funcionan las cosas, pasión por experimentar, ganas de jugar, o desconocer la importancia de no destruir las cosas; para entonces proseguir a platicar con ellos al respecto.
En el periodo de los 5 a los 9 años puede recibir reportes del colegio sobre el comportamiento de sus hijos, antes de reprenderlos conviene reflexionar sobre lo que causa el desajuste en su conducta sin juzgarlos, tomar en cuenta su etapa vital para entender qué está pasando y generar alternativas que se focalicen a resolver la situación; ya sea que se les complique adaptarse al cambio, comprender y satisfacer expectativas de sus educandos, o que cuenten con un nivel de energía muy elevado que les dificulte mantenerse quietos durante mucho rato.
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