Antes de querer enseñar algo a nuestros hijos, debemos ser el ejemplo de aquello que pretendemos que desarrollen, pues aprenden imitándonos. Es dificil para los niños y adolescentes, aprender a controlar sus emociones si ven que alguno de sus padres incurre en gritos, insultos o hasta violencia física, pues en estos casos es el mismo guía, un ejemplo de descontrol.
Al disciplinar, es indispensable recordar la relevancia de primero ayudarlos a estabilizarse, para después generar espacios reflexivos en los que podamos corregirlos. Entendiendo que su aprendizaje se encuentra bloqueado a nivel cerebral, si emocionalmente están alterados, y en ese estado por más que insistamos no aprenderán lección alguna.
Dependiendo la emoción por la que nuestros hijos estén atravesando, será la estrategia que podremos aplicar para estabilizarlos; por ejemplo, en caso de miedo o tristeza, abrazarlos con amor, por un momento, es muy efectivo. Por otro lado, en caso de cólera o ira es conveniente mantener la calma como adultos, si no podemos, pedir a nuestra pareja que nos apoye, si no hay nadie, entonces no intervenir en ese momento sino hasta que estemos en calma, validar la emoción que sienten, que sepan que es normal y entendible sentirse así, pero no es adecuada la manera en que lo están expresando (si lo hacen con berrinche o agresión), darles espacio para calmarse, y posteriormente, hacerles saber que esto tendrá consecuencias.
Algunas veces hay quiénes insisten en enseñar algo a sus hijos estando alterados, al infringir en ellos miedo, incluso se jactan de haberlo logrado sin validar sus emociones, esperar o darles espacio, son éstos casos en los que se activa en ellos su sentido de supervivencia, por lo que modifican momentáneamente la conducta sin una lección verdadera y duradera.
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