Aunque se desconoce la causa exacta, los científicos teorizan que el DPS puede resultar de una combinación de factores genéticos, prenatales y ambientales.
El DPS puede presentarse junto el TEA o TDAH, ninguna de estas condiciones lo causa como tal.
El tratamiento para el Trastorno Del Procesamiento Sensorial generalmente comienza con una evaluación para identificar los problemas centrales. Esta evaluación puede consistir en entrevistas a los padres, evaluaciones con pruebas estandarizadas y protocolos de laboratorio. Una vez que un niño recibe el diagnóstico de DPS, el plan de tratamiento suele ser una combinación de terapia ocupacional, terapia de integración sensorial y una dieta sensorial especial.
La terapia ocupacional ayuda a su hijo a acostumbrarse a las “ocupaciones” de la vida diaria (como usar utensilios, subir escaleras o vestirse). Este tipo de terapia ayuda a desarrollar la competencia y la confianza en sí mismo en las habilidades motoras gruesas y finas.
La terapia de integración sensorial introduce a los niños a actividades divertidas en un ambiente controlado y estimulante. Este tratamiento ayuda a los niños a aprender a reaccionar ante estímulos (como diferentes luces, colores o texturas) sin sentirse amenazados o abrumados.
Las dietas sensoriales especiales a menudo pueden complementar la terapia, y pueden consistir tanto en alimentos como en actividades nuevas. Un especialista puede sugerir introducir alimentos para ayudar a los niños a tolerar diferentes sabores y texturas. Las actividades pueden incluir usar un trampolín o toboganes, subir escaleras, empujar una pelota de terapia, entre otras.