Proporcionar calidez implica fomentar en los niños seguridad emocional, darles amor incondicional, demostrar el afecto de manera física y verbal, respetar su nivel de desarrollo, empatizar con sus necesidades, compartir tiempo de esparcimiento con ellos, muestras de confianza, reconocer su esfuerzo, reconfortarlos y escucharlos; todo lo cual permite un ambiente familiar que favorece la disposición que los niños tienen por satisfacer las expectativas de sus padres, así como por respetar los lineamientos que les establecen.
La estructura permite identificar a los niños lo que es importante; comprender sus errores y hacer lo posible por enmendarlos, adquirir mayor independencia, y hacer frente a desacuerdos constructivamente. Para esto se requiere que los niños sepan con precisión lo que sus padres esperan de ellos, que tengan claras las reglas a seguir (cuáles son y qué razones hay detrás de estas), además de que al establecerlas haya flexibilidad, se les escuche y consideren sus puntos de vista.
Todo lo anterior enseña a los infantes a resolver problemas, a pensar por sí mismos, a llevarse bien con los demás, a ser asertivos y evitar la violencia, así como a conducirse adecuadamente aun cuando los padres no estén presentes; esto al brindarles apoyo e información de acuerdo a la etapa de vida en que se encuentren.
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